miércoles, 29 de agosto de 2018

HEMÓPTISIS 2: SE VA A LIAR PARDA


Lo dije y me trataban de loco: SE VA A LIAR PARDA. Estamos alcanzando un clima de agresividad que hace preveer cualquier cosa. El nacionalismo es una religión más, con sus símbolos, sus himnos, sus oraciones, sus devociones y su fanatismo. Al igual que ocurre en los choques religiosos, las voluntades respectivas se quieren imponer y no ocurre de forma diferente con los choques nacionalistas en los que dos sentimientos de exaltación territorial, cultural, lingüística y tradicional se enfrentan sin el menor atisbo de racionalidad, con el único argumento del amor patrio. Esa idea de "yo amo a mi país" convertida en arma arrojadiza acabará derramando sangre, destrucción y vergüenza, una vez más.

Las grandes preguntas: ¿de qué sirve "amar a un país"? ¿Por qué genera tantos sentimientos positivos y negativos un simple trapo de colores? ¿Por qué esa ofensa casi infantil cuando a uno le tocan la patria? 


Llamadme pragmático si queréis, pero no le encuentro sentido alguno a los amores patrióticos, no veo ninguna aportación práctica ni enriquecedora, más al contrario, lo único que aportan a la civilización es lastre. Si nos ponemos a buscar el sentido práctico y la racionalidad a cualquier sentimiento, muy probablemente nos daremos de bruces constantemente, habida cuenta de que racionalidad y sentimiento son conceptos antagónicos por su misma naturaleza. Sin embargo, amar al género humano sí es un sentimiento positivo, lo mismo que amar a la naturaleza, a nuestro entorno cívico y de convivencia, porque todo ello no sólo enriquece sino que debería ser la base de nuestra existencia. 

Más que de "amar", en estos casos hablaríamos de una consecuencia inherente de nuestra esencia que nos lleva a procurar por el bien común, por la igualdad de oportunidades, por el respeto mútuo, la libertad y el progreso del género humano. Curiosamente, este "sentimiento" es el más cuestionado, siempre aparecen "peros" para justificar la reticencia a aceptar la diversidad. Esas frases del estilo "...no soy racista, pero..." o "... no soy machista, pero..." son un ejemplo de lo que digo, seres que realmente no se sienten cómodos en un mundo que intenta mirar hacia adelante, que intenta liberar a la humanidad para que cada persona pueda expresarse, identificarse y sentirse como quiera, sin hacer daño a nadie. Como dice el refrán, "se pilla antes a un mentiroso que a un cojo" y con estas frases eufemísticas detectamos a una legión de ignorantes que prefieren acogerse a la comodidad que les procura la cerrazón mental. En cambio, cuando se declaran los sentimientos nacionales, se expresan con un fervor y una visceralidad tan absolutas que no dejan lugar a ningún tipo de duda.

Sin pararse a pensar en las consecuencias de sus actitudes hostiles a lo humano y fanáticas en lo territorial, no dudan en pedir respeto. El respeto, esa gran palabra que tanto se usa pero que tan poco se sabe usar. ¿Puede respetarse lo irrespetuoso? ¿Puede tolerarse la intolerancia? Pues bien, señoras y señores, aquí está el cuello del embudo al que nos estamos dirigiendo sin remedio, todos y todas sin distinción. Se ha perdido el respeto y la capacidad de razonamiento y ha empezado una espiral de violencia que tiene un funesto final, porque lo peor de todo es que lo más grave está aún por llegar. Hoy son peleas por estúpidos lacitos, estúpidas cruces y estúpidos trapos de colores, peleas de griterío que ya están empezando a teñirse de sangre. 

No es "mi patria", no es "mi país", no es "mi tierra", lo siento pero yo no tengo de eso, no necesito esos elementos para vivir, pero sí lanzo estas palabras en nombre de "mi" género humano, de todo el mundo sin distinción, sin fronteras, sin condiciones, sin etiquetas. No soy entendido cuando en tertulias sobre nacionalismo, declaro que no creo en patrias, me tildan de apolítico, craso error, señoras y señores patriotas, piensen un poco y quizás se den cuenta de que los que no se mueven por principios sino por sentimientos son ustedes, los que nos llevan a la debacle. 

No hay peor ciego que el que no quiere ver, pero precisamente los peores conflictos han nacido de la ceguera voluntaria, echemos un vistazo al pasado reciente.

Ojalá termine ganando el raciocinio y tenga que comerme este texto... ojalá...

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